Una crecida repentina es una inundación intensa y repentina que suele producirse en las seis horas siguientes a una lluvia intensa, a menudo en zonas bajas o urbanas, y que también puede deberse al fallo de estructuras artificiales.
Lo que diferencia a las inundaciones repentinas de otros tipos de inundaciones es su velocidad. Pueden producirse sin previo aviso, convirtiendo calles secas o arroyos poco profundos en peligrosos torrentes en cuestión de minutos. Como se intensifican con tanta rapidez, a menudo pillan a la gente desprevenida, sobre todo en zonas no acostumbradas a lluvias intensas o rápidas. A pesar de ser menos frecuentes que las inundaciones fluviales o costeras, las crecidas repentinas son responsables cada año de un número significativo de muertes y daños relacionados con las inundaciones.
Las crecidas repentinas se caracterizan por su rapidez. El nivel del agua puede subir en cuestión de minutos tras el suceso desencadenante, a veces varios metros en menos de una hora. Esta rápida subida desborda los sistemas de drenaje, las carreteras y las vías fluviales, haciéndolas especialmente peligrosas para cualquiera que se encuentre en la zona afectada.
El momento en que se producen las inundaciones repentinas las hace especialmente peligrosas. Las inundaciones tradicionales pueden acumularse durante horas o días, dando tiempo a la gente para prepararse. Las crecidas repentinas, sin embargo, apenas avisan y pueden producirse incluso después de que haya dejado de llover río arriba. En terrenos escarpados o montañosos, la gravedad acelera el flujo del agua hacia terrenos más bajos, mientras que en entornos llanos y urbanos, el agua no tiene por dónde drenar y se extiende rápidamente. El resultado es un veloz muro de agua que puede arrancar árboles, arrastrar vehículos y dañar infraestructuras antes de que el personal de intervención pueda actuar.
Aunque la causa más común de las inundaciones repentinas son las precipitaciones intensas durante un breve periodo de tiempo, hay otros factores que pueden provocar estos fenómenos repentinos. Cada uno de ellos implica una rápida liberación o acumulación de agua que el suelo o los sistemas de drenaje no pueden absorber con suficiente rapidez.
El riesgo suele aumentar cuando estas condiciones se solapan, por ejemplo, cuando llueve intensamente sobre un suelo ya saturado o cubierto de nieve.
Las inundaciones repentinas pueden producirse prácticamente en cualquier lugar, pero determinados entornos son especialmente vulnerables debido a la geografía, el uso del suelo y las infraestructuras.
Incluso los lugares que no suelen sufrir inundaciones pueden volverse vulnerables si se dan las condiciones adecuadas. La topografía local, el desarrollo del terreno y los patrones meteorológicos recientes influyen en el riesgo de inundaciones repentinas.
Tanto las inundaciones repentinas como las mareas tormentosas son formas peligrosas de inundación, pero se producen en circunstancias y entornos diferentes.
Las mareas tormentosas suelen desarrollarse durante un periodo más largo y pueden predecirse con más antelación que las inundaciones repentinas. Aunque ambas pueden causar daños graves, las inundaciones repentinas suponen una amenaza única debido a su inmediatez e imprevisibilidad, especialmente en regiones no costeras donde la gente puede no esperar una inundación repentina.
El mayor peligro de una crecida repentina reside en su velocidad y en la fuerza del agua. Las crecidas repentinas pueden arrancar árboles, destruir edificios y arrastrar vehículos con sorprendente facilidad. Muchas muertes se producen cuando la gente intenta caminar o conducir a través de las aguas de la inundación, subestimando la fuerza de la corriente.
Sólo 15 centímetros de agua a gran velocidad pueden derribar a un adulto, y 60 centímetros son suficientes para hacer flotar la mayoría de los vehículos, incluidos los todoterreno. Una vez que un coche es arrastrado, sus ocupantes pueden quedar atrapados o resultar heridos. El barro, los escombros y el agua contaminada aumentan el peligro al reducir la visibilidad y crear peligros bajo la superficie.
Dado que las crecidas repentinas suelen producirse sin previo aviso, también pueden cortar las vías de evacuación, dañar las líneas de comunicación y dificultar la respuesta de emergencia. El margen de tiempo para evacuar suele ser muy corto, lo que subraya la necesidad de sistemas de alerta temprana, planes de preparación y concienciación pública.
Mantenerse a salvo durante una crecida repentina empieza por conocer los riesgos y actuar con rapidez. Estas son las principales precauciones:
La preparación es especialmente importante en las regiones de alto riesgo, pero las inundaciones repentinas pueden producirse en cualquier lugar. Saber qué buscar y cómo reaccionar puede salvar vidas.
Las inundaciones repentinas son uno de los peligros naturales más destructivos e impredecibles, capaces de convertir un día tranquilo en una emergencia potencialmente mortal en cuestión de minutos. Aunque son relativamente poco frecuentes, sobre todo fuera de las zonas de alto riesgo, su velocidad e intensidad las hacen especialmente peligrosas. Al conocer cómo se forman las crecidas repentinas, dónde es más probable que se produzcan y en qué se diferencian de otros tipos de inundaciones, las personas y las comunidades pueden prepararse y responder mejor cuando cada segundo cuenta. Ante una inundación repentina, la concienciación, la preparación y la acción rápida son las defensas más eficaces.
Publicado:
21 de mayo de 2025
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